Y junto al Palacio Real, hasta cuya Plaza de Oriente llegó la procesión.
Algunos tramos fueron especialmente difíciles, a la par que entrañables y bellos, por la estrechez de las calles.Le siguió el paso de María Santísima Inmaculada, Madre de la Iglesia, revestida como Dolorosa, bajo palio, hermosamente adornada con velas y flores.
Cerraba el cortejo una unidad militar con banda de música, como corresponde a toda sociedad bien constituida, de lo que aún quedan restos en España, dando culto al Único y Verdadero Dios.
Muy cerca, la Iglesia de Santiago y de San Juan Bautista, en la que se refundieron las dos que derribó José Napoléon Bonaparte, llena de fieles.
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