Por su interés, reproducimos un post de Simplicio en el blog "La Cigueña de la Torre", dirigido por Francisco José Fernández de la Cigoña y alojado en Infovaticana.
Si los católicos fueran coherentes no pasaría nada de lo que está
pasando. No digo impecables, perfectos, puros, que eso lo hemos de
procurar todos, aunque fallemos por nuestra imperfección y debilidad
humana. Digo coherentes, consecuentes, lógicos y sensatos.
Y los católicos españoles llevan 40 años de incoherencia, de despropósito, de confusión, de locura, de absurdo.
Por eso asesinan a 100.000 niños antes de nacer cada año. Por eso se ha
destruido la familia. Por eso el lobby gay domina. Por eso la ideología
de género se ha convertido en una tiranía. Por eso se ofende
impunemente a Dios, a la Iglesia y a los creyentes. Por eso la Ley de
Memoria Histórica vilipendia nuestra Cruzada Nacional de Liberación y
hace escarnio de nuestros mártires y de nuestros caídos, ensalza a los
asesinos y vitupera a los héroes……. Etc., etc, etc…….
Porque no
estamos en Mongolia, aunque lo parezca. Porque aquí hay una mayoría de
bautizados y creyentes católicos. Porque había 9 millones de católicos
de misa dominical, quedan 7 y pico. Con esos votos podría haber habido
gobiernos católicos o representaciones católicas muy fuertes. Y sólo
hubo una vez un diputado católico consecuente, que fue Blas Piñar.
No es que no hubiera candidaturas católicas, que las hubo en casi todas
las elecciones, sino que los católicos no quisieron votarlas. Y siguen
sin querer. No triunfaron, cierto, pero con su presencia fueron y son
una acusación formidable contra las conciencias deformadas de los
católicos que prefirieron votar abortistas, divorcistas, laicistas,
amorales e inmorales. Que si el mal menor, que si el voto útil, que si
vienen estos o los otros, que para que se vayan, que para que no vengan.
¡Cuánta necedad!
Los católicos han actuado durante 40 años como la
plebe en el Pretorio. Han preferido Barrabás a Cristo. Y las Jerarquías
Católicas, como nuevo Sanedrín, las han alentado a ello. Y siguen.
Los que han seguido a Cristo Rey han recibido la bofetada de la
incomprensión, el escupitajo de la calumnia, los latigazos de la
persecución, la burla como corona de espinas, la caña del desprecio y la
clámide púrpura de las multas y detenciones.
Mientras Barrabás, el ladrón corrupto, se sienta en las Cortes, Pilatos en la Moncloa y Herodes en la Zarzuela.
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