El Palacio de Congresos de Aguadulce fue el escenario elegido para la multitudinaria ceremonia, que congregó a cerca de 6.000 personas de todas clases, desde varios cientos de gitanos a miembros de órdenes religiosas, familiares de los mártires y autoridades locales y provinciales. A estas últimas saludó el Obispo de Almería, Monseñor Adolfo González Montes, como representantes de distintas y "legítimas opciones políticas". No podemos compartir tal aserto para quienes promueven con odio luciferino el rechazo a la Ley Natural y a las Leyes de Dios. A quienes siguen ostentando las mismas siglas y las mismas ideologías que aquellos asesinos de los mártires.
Allí estaban las santas reliquias de algunos de ellos. Muchos otros no fueron encontrados y desaparecieron.
Y allí el pueblo fiel, y sus familias, y sus hermanos de religión, generaciones probadas.
Para la magna ocasión fueron trasladadas dos imágenes de enorme importancia, la Virgen del Mar, Patrona de Almería, y el Cristo del Amor, de la posguerra, de Jesús de Perceval, que vino a llenar el hueco de tantas imágenes profanadas y destruidas.
A ellos se suma la gigantografía de los nuevos mártires, que quedará ya en el imaginario de los buenos cristianos, sobre todo en esta tierra.
Fueron muchos los sacerdotes presentes que ¿concelebraron? Tenemos nuestras dudas, pues la forma del Sacramento dice "Esto y Este". No dice Eso ni Aquello. Cuando están tan lejos, ¿consagran?
En todo caso, se aprecia clero de todas las edades, sin que falten los jóvenes. El Seminario de Almería lleva algunos decenios con un buen plantel de seminaristas.
Esta Iglesia tiene futuro.
La Comunión pudo ser distribuida masivamente con tantos sacerdotes.
La Misa fue cantada con mucha solemnidad, acompañando coros y orquestas.La Sagrada Comunión que repartió el Cardenal Legado fue de rodillas en un comulgatorio instalado al efecto. Y en la boca.
Don Adolfo González Montes también saludó a muchos conocidos, como estos gitanos. Junto con su metropolitano, Don Javier Martínez Fernández,
Así que allí fuera tuvieron que esperar pacientemente los Obispos que acudieron a la Beatificación.
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