sábado, 3 de diciembre de 2016

Novena de la Inmaculada en La Concepción. Preside Monseñor Antonio Algora. Buenismo en estado puro.



 En la Parroquia de La Concepción de Madrid, en la calle Goya, se está celebrando la Novena a la Inmaculada, titular de la Parroquia, con la solemnidad que le es propia.
Este año la preside y predica el Obispo recién emérito de Ciudad Real, Monseñor Antonio Algora, que fue feligrés de esta Parroquia. Especializado en Sociología, trabajó con Hermandades del Trabajo y sucedió al fundador, el Padre Abundio Román. Vicario en Madrid, fue Obispo de Teruel-Albarracín antes de pasar a Ciudad Real. En la Conferencia Episcopal ha trabajado en el área de Economía y en Apostolado Seglar, sobre todo de la Pastoral obrera.

Monseñor Algora, con una dicción perfectísima y elocuencia sobrada, cayó en el mal de fondo del "buenismo". Dijo que la Justicia de Dios es Perdón. Con lo cual ya no es Justicia, que queda mutilada si se prescinde del Castigo, tan reiterado por Jesús en los Evangelios.
También dijo que el Magníficat no debe entenderse como una contraposición de buenos y malos, sino como un proceso de acercamiento de los malos al bien. Voluntarismo y buenismo que salen de su caletre, no de la Palabra de Dios, que deja bien claro que "hizo alarde del poder de su brazo. Deshizo las miras del corazón de los soberbios, derribó del solio a los poderosos, a los ricos despidió sin nada". Y "cuya Misericordia se derrama de generación en generación sobre aquellos que le temen". No indiscriminadamente, como ahora nos quieren hacer creer.
Don Antonio alabó también la nueva traducción que ha hecho la Conferencia Episcopal de humillación de su esclava por la humildad de su esclava, rectificando así a la mismísima Virgen María, que ya no es Bienaventurada, sino Feliz. Como las Bienaventuranzas ya no son las Bienaventuranzas, sino las Dichosas.
Además de empobrecer el léxico castellano con estas traducciones vulgares y descafeinadas, se tergiversa la exactitud de los conceptos. Porque Bienaventurado añade una dimensión sobrenatural y perenne a una felicidad o dicha simplemente humana y pasajera.
Y la humildad es la virtud mientras que la humillación es el hecho concreto. La Virgen María no sólo era humilde, sino que estaba humillada con toda la humanidad por el pecado original, aunque ella estuviera preservada de la culpa original, pero no de todos los efectos.
Con este tipo de predicaciones se cambia la religión, que ahora sí es el opio del pueblo, que decía Marx. No inquietar conciencias, no molestar a nadie, dejar en paz, hacer felices a la gente y ya está. Buenismo en estado puro.
Por lo demás, gran asistencia de fieles, música y voces de gran calidad, buen gusto y señorío. Bastantes jóvenes y un llamamiento a alistarse en la Legión de María. Maravilla contemplar la extraordinaria iluminación del templo neogótico, interna y externa, con toda su magnificencia, que hacen de esta iglesia el punto de referencia de todo el Barrio de Salamanca.

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