martes, 31 de julio de 2018

Misa en San Julián de los Caballeros, en Toro.

 Misa dominical a las 12 en San Julián de los Caballeros, en la zamorana ciudad de Toro. Unos cien feligreses, la mayoría de edad madura. Un coro alegra la celebración, en el marco de un gran templo de estilo gótico decadente, aunque su arquitecto fue nada menos que Don Rodrigo Gil de Hontañón, autor de catedrales como las de Segovia y Salamanca y la Universidad de Alcalá de Henares.


 El púlpito permitía llegar a todos los fieles cuando no había micrófonos, altavoces ni electricidad. Ahora el sacerdote habla sencillamente desde el altar. Y sencillamente explica que la multiplicación de los panes y de los peces fue posible porque alguien los dio sin reservarse nada para sí. Dios necesita colaboradores en su obra, necesita que nosotros aportemos nuestras capacidades y luego Él multiplica los resultados.

Destaca el retablo mayor, de estilo renacentista, que desarrolla en pinturas la historia de San Julián y Santa Basilisa. Está compuesto por un banco con relieves de los apóstoles y otras figuras y un sagrario; sobre él, otros tres cuerpos con juegos de columnas dóricas y corintias, la estatua sedente de San Julián y una escultura de la Asunción, y rematado con un pequeño calvario, todo de la escuela de Esteban Jordán. Su púlpito de madera tallada del siglo XVI, procede del antiguo monasterio de San Ildefonso, contiene figuras de santos, ángeles y mascarones.
 También es muy notable el retablo barroco de un lateral.
 Para los iletrados que ponen en duda la licitud de las sepulturas ante el altar de las iglesias, en esta iglesia hay varias de esas tumbas.

 Y muchas más grandiosas en los laterales, como esta del Marqués de Vistahermosa. Contrasta con la sencilla lápida de Franco, que como la de José Antonio, sólo ostentan su nombre y una cruz.
 Un arcediano benefactor también cuenta con una buena sepultura en uno de los lados del crucero.
 Otros altares laterales y el hermoso coro completan la funcional arquitectura de este templo del siglo XVI. Su fachada, de transición gótico-renacentista, fue reedificada en 1879, trasladándose a ella la portada principal, procedente del antiguo monasterio de San Ildefonso y en la que puede leerse "En esta iglesia se mantuvo público el culto católico en tiempo de los sarracenos”. Sobre la portada se abre un gran ventanal redondo, y a su derecha se levanta la torre campanario, que data de 1606.
 Caminando por sus alrededores se encuentra uno el Convento de Santa Clara, fundado por Doña Berenguela, primogénita de Alfonso X el Sabio.
 Cerca de la puerta principal, la antigua picota, recristianizada cuando mandaron demoler todas. Así se salvaron algunas.

 Abundan las iglesias en esta ciudad de gran importancia histórica, que actualmente cuenta con 9.000 habitantes. No todas siguen en uso.
 Aquí el Hospital de Santa Cruz.
 Sus calles están llenas de palacios y casas señoriales, terminando en alguna de sus puertas antiguas.
 Las puertas abrían la muralla, de la que ya sólo quedan algunos tramos.
Para otro día dejamos la joya de la Corona, la Colegiata de Toro, una maravilla del románico. Y otras iglesias, el Alcázar, el Ayuntamiento y el berraco. Y el vino fuerte, propio de esta tierra y de esta comarca que baña el Duero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy feligrés del pueblo de Toro, y por desgracia, el sacerdote de la imagen se amancebó, con el consiguiente escándalo de los buenos y burla de los golfos y blasfemos.
Un saludo en Cristo y Su Bendita Madre.

Carlos Velasco Sánchez