jueves, 22 de junio de 2017

Corpus Christi: El Cardenal Osoro sigue recortando la presencia pública de la Iglesia

 El domingo del Corpus Christi se ha celebrado en Madrid con la solemnidad acostumbrada, pero un poquito menos. En consonancia con su postura recientemente expresada de oponerse a la confesionalidad católica del Estado, lo que resulta opuesto al inveterado Magisterio Eclesiástico, el Cardenal Osoro quitó primero la misa en la calle que se hacía antes de la procesión. Luego redujo al mínimo la presencia en la Puerta del Sol. Por fin, ha renunciado al corazón de Madrid: ni la Puerta del Sol ni la Plaza Mayor han acogido a Dios Eucaristía para recibir la Bendición. El tradicional recorrido por la calle Mayor se truncó antes de la mitad para doblar por callejas estrechas, sin adornar, entre mesas y sillas de los bares, con gente que no se levantó al paso de la Custodia con el Santísimo. Algo verdaderamente indigno sobre lo que no vamos a seguir escribiendo porque se nos calienta el alma y podríamos decir cosas muy fuertes, pero quizá inconvenientes.


 El lateral de la Catedral de la Almudena estaba adornado con banderas españolas y vaticanas. Un buen detalle.
 Detalle al que correspondían los balcones de la calle Bailén haciendo lo propio.
 El paso ante Capitanía General fue majestuoso, con el edificio militar engalanado con tapices, como así mismo la contigua Catedral Castrense. No así el Ayuntamiento, vacío, mudo y desnudo.
 Muchos cientos de madrileños siguieron a la Custodia por la calle Mayor, agradecidos por la sombra que proyectan los edificios.
 Era notable la presencia de balcones engalanados con enseñas nacionales españolas.
 Pero también tuvo que asomar el desafío gay, con su habitual provocación contra la Ley Natural y la Ley de Dios.
 Preciosa también una de las alfombras de pétalos de flores, que recordaba el centenario de las apariciones de Fátima.
 De pronto, el recorrido tradicional se truncó, abandonando la calle Mayor y tomando la calle Milaneses, para seguir por Santiago. Este recorrido, no habitual, carece del cuidado que su paso tradicional tiene, pues los vecinos no están acostumbrados.
 Las terrazas de los bares, atestadas de gente indiferente o curiosa, pero para nada respetuosa de tan gran acontecimiento como es el paso de nuestro Dios.

 Sí vimos una pareja de extranjeros que se levantó respetuosamente.
 Luego la Plaza de Oriente, marco ciertamente majestuoso, siempre poblado de turistas, aunque también las terrazas estaban abiertas.
 Además de varias cofradías y corporaciones, desfiló un gran número de sacerdotes y seminaristas.
 Ante el Palacio Real, la Custodia lució especialmente bien.
 Y el pueblo siguió acompañando sin desfallecer, a pesar de la calurosa tarde de tan riguroso estío como nos ha tocado vivir estos días en Madrid.
Por último, la despedida y Bendición final ante la fachada principal de la Catedral de la Almudena, mientras sonaba la Marcha Real.

No hay comentarios: