Recordemos: Todos los individuos y todas las sociedades tienen la obligación moral inexcusable de dar a Dios el culto público que Él mismo ha establecido en su Nueva Alianza con los hombres.
El templo de Santiago, junto a la plaza de Oriente, se abarrotó de gente, incluso de pie. El banderín entró escoltado por una formación legionaria, al son del "Novio de la muerte", que se repitió al final. Tras la Consagración, el Himno Nacional. En la Comunión, el "Panis angélicus"
Durante las preces se pidió por las almas de Millán Astray, Franco y Valenzuela y por todos los legionarios muertos. También por España y su unidad.
La formación legionaria salió desfilando.
Y se colocó en formación a la salida, en la plaza de Santiago.
La plaza se llenó de gente bien, con un ambientazo extraordinario. Reencuentro de viejos camaradas y amigos, presentación y conocimiento de otros nuevos, noticias de los ausentes. Un acto social de mucho valor, a la vista de todos, en la calle, para sorpresa de los viandantes, para los que no pasó desapercibido que aquello era patriotismo. Sin alharacas, sin sobresaltos, sin sobreactuar. Sin un incidente, gente civilizada, patriota, amante de Dios y de España. Aunque para muchos sea un escándalo.
Entre los muchos uniformes españoles de la Legión, el Ejército y la Guardia Civil, llamó la atención el del Agregado Militar de Chile, allí presente.
Luego, en los locales de la Hermandad, abarrotados, un vino español con los rituales acostumbrados. Para empezar, unas palabras del Director recordando que los Ejércitos son los garantes de la unidad, integridad e independencia de la Patria.
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