viernes, 2 de diciembre de 2022

Misa de Acción de Gracias en la Basílica Pontifica de San Miguel por los 12 Redentoristas mártires. Y otros mártires del barrio.

 

 

El domingo 6 de noviembre se celebró en la Basílica Pontifica de San Miguel una solemne ceremonia religiosa como Acción de Gracias por la reciente beatificación de 12 mártires Redentoristas, algunos de los cuales estaban en esta Basílica en julio de 1936, cuando fueron detenidos y asesinados por los milicianos comunistas, socialistas y anarquistas que sólo en Madrid se llevaron por delante la vida de más de 8.000 personas católicas, de derechas, de partidos no afines al Frente Popular e incluso niños para que no dieran testimonio de lo que había sucedido, sin contar los que se mataron entre ellos mismos, que fueron muchos cientos, y en los cuales ahora no nos detendremos.

La Santa Misa concelebrada fue presidida por el Señor Nuncio de Su Santidad en España, Monseñor Bernardito Auza.


 Fragmento del Gloria.


Aleluya antes del Evangelio.

El magnífico órgano sonó con todo su esplendor, acompañado de violín, trompeta, óboe y percusión y voces maravillosas, dando gran realce a la función religiosa.

La homilía fue pronunciada por el Superior Provincial de los Redentoristas en España, el Padre Francisco Javier Caballero. Su homilía, muy conciliadora, precisó que no era un acto contra nadie, sino en favor de todos. Y que no celebramos la muerte, sino la vida. A continuación, el texto íntegro de su homilía:




                                            Incensación y ofrecimiento en el Ofertorio.


A pesar del magnífico comulgatorio, los comulgantes lo hicieron de pie, porque los sacerdotes se bajaron al crucero para dar la Sagrada Comunión. Tan sólo el que esto escribe y el acólito lo hicieron de rodillas.

 

El Rector del Templo, Padre Juan Ramón García-Morato, agradeció a todos su presencia y celebró que hubiera tenido lugar esta ceremonia, honrando así la memoria de estos mártires, algunos de los cuales cumplían su labor religiosa en esta Basílica, encomendada por entonces a los Redentoristas hasta fines de los años 50 en que pasó a estar dirigida por sacerdotes del Opus Dei, hasta la actualidad.

 Antes de irse, la Salve a la Virgen del Perpetuo Socorro.
Y el solemne Gloria final.


Bastantes fieles, aunque no estaba repleto el templo, pero ha de tenerse en cuenta de que en esta zona céntrica hay muchas iglesias y poca población actualmente.

En una de las capillas tiene su sede el Cristo de los Estudiantes, que procesiona en Semana Santa y que se ha convertido en una de las imágenes más veneradas de Madrid, y su desfile procesional uno de los más espectaculares de la capital.

Y San Josemaría, naturalmente, que en vida también frecuentó esta iglesia.

El bello templo barroco, que aprovecha muy bien el espacio del solar sobre el que fue edificado, cuenta con una original fachada convexa.

Posee también una cripta inferior, que se aprovecha como en esta ocasión, para mantener el horario de cultos cuando el templo principal está siendo utilizado.

4 misas a diario y 5 los domingos y festivos dan cuenta de un culto bien cuidado y accesible a muchas horas, además de facilidad para las confesiones.

Otros mártires

No me resisto a hablar de otros mártires que no están beatificados, pero que vivieron a 100 metros de ese templo, en la calle Doctor Letamendi, precisamente en la casa que fue del amo de San Isidro, Iván de Vargas. El matrimonio son mis bisabuelos paternos Roque y Cándida. Los niños Gabriel y José Gómez Ramírez, que serían mártires en el 36, junto a su tío Máximo Gómez Egido, poco mayor que ellos y hermano de mi bisabuelo Roque. 42 años tenía Máximo en el 36. Gabriel 40 y José 38. Todos ellos frecuentaron la Basílica Pontifica de San Miguel, pues eran católicos practicantes.

Mi bisabuelo había servido en el Palacio Real y a últimos del siglo XIX y principios del XX vivía en las casas que había en los actuales Jardines de Sabatini, pegando a la calle Bailén. Por eso mi abuela presumía de haber nacido en Palacio. Luego, el bisabuelo montó un taller de bronces en la plazuela de San Nicolás de los Servitas y se instaló en la casa referida que fuera del amo de San Isidro. Tenían una afinidad natural hacia la Monarquía. Por eso, su hermano Máximo, mucho menor que él, era de "Renovación Española". Por ello y por algún incidente a cuenta de los hijos con un zapatero comunista que tenía un chiscón en la calle Segovia, al que molestaban con sus juegos, junto a la delación de unos vecinos de su misma casa, entonces la calle Valliciergo, 4, abajo del Viaducto, los milicianos se presentaron a detener a Máximo.

Su sobrino Pepe, en la foto de tiempo antes, 4 años menor que él entonces, de 38 años, que era miope y usaba gafas, quiso tomar nota de la matrícula de la furgoneta en la que se los llevaban y entonces le obligaron a ir con ellos también. Al pasar por la Plaza de la Paja, donde vivía otro hermano de José, Gabriel, de 40 años, le gritaron que iban detenidos. Al oírlo los milicianos dijeron: "así que ese es hermano vuestro, eh¡" y lo llevaron también. Los 3 fueron asesinados. Sólo apareció el cuerpo del tío Máximo tras la guerra, que luego de ser enterrado en el cementerio de la Almudena, fue sepultado en el Valle de los Caídos, donde aguarda la Resurrección.

Tanto el Zapaterín como los vecinos acusadores, autores de unas 30 muertes de la misma manera, según decía mi abuela, fueron cogidos al final de la guerra, juzgados y fusilados. Ahora figuran entre los casi 3.000 que los de la memoria histórica y democrática quieren presentar como víctimas del franquismo y poner sus nombres en el Cementerio de la Almudena.

José Luis Corral








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