Tras 101 años de las apariciones. Fátima no decae, continúa en todo su esplendor. Como todos los años, cientos de miles de peregrinos acudieron a Cova de Iría para rezar a la Santísima Virgen y confiarle sus amores y pesadumbres, los personales, los familiares, los nacionales, los eclesiales, los mundiales. El día anterior, el Rosario de antorchas, con la imagen de la Virgen procesionando en olor de multitud.
El mismo domingo 13, todo el Santuario se llenaba de color y calor para estar con la Virgen, para celebrar la Santa Misa, para adorar a Dios y venerar a su Santa Madre, que lo es también de todos nosotros.
La Santa Misa fue presidida por el cardenal John Tong, obispo emérito
de Hong Kong, acompañado de 18 obispos y 227 sacerdotes. El prelado
chino, el primero de aquel país, en presidir una de las grandes
peregrinaciones en Fátima, subrayó la importancia en su vida del ejemplo
de María y de los misioneros que lo introdujeron en la vida religiosa.
"Recuerdo personalmente el impacto que tuvo en mí el ejemplo de los
servicios caritativos de los misioneros extranjeros, cuando en niño
vivía en Cantón, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial. Su
espíritu misionero y caritativo suscitó en mí el deseo de imitarlos ",
destacó el cardenal.
"Hicieron nacer en mí la vocación sacerdotal
y decidí entrar al seminario en Macao, poco antes de que mi familia se
refugiar en Hong Kong", prosiguió.
"Como la Virgen María, debemos
acoger al Espíritu Santo y dejarlo actuar en nosotros: nos ayudará a
llevar a Cristo al mundo y al mundo a Cristo. Nos volverá abiertos y
atentos a las necesidades de los demás y compartiremos el tesoro y la
alegría de nuestra fe ", concluyó.
Pero no fue solo en el Santuario de Fátima. Por todo Portugal, toda España y todos los países del mundo hubo peregrinaciones y actos solemnes. Fueron millones los que participaron, con un fervor y un entusiasmo que desborda lo imaginable.
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