domingo, 22 de abril de 2018

Exposición del cuerpo incorrupto de la Beata María Ana de Jesús

 Como todos los 17 de Abril desde que muriera en 1624, a la edad de 59 años, el cuerpo incorrupto de la Beata María Ana de Jesús, copatrona de Madrid, ha sido expuesto y venerado en su residencia del Convento de la Inmaculada Concepción, más conocido como de Juan de Alarcón, al lado de la Gran Vía, en la calle Valverde,15, toda vez que el antiguo convento de Santa Bárbara, donde estaba antes, fue destruido.


Los estandartes recuerdan la fecha.
Nació en Madrid el 17 de enero de 1565, en el seno de una familia acomodada que se relacionaba con los círculos cortesanos. Su padre era peletero al servicio del rey Felipe II.
Mariana se sintió atraída muy pronto por la vida religiosa. A la edad de 22 años ya tenía la firme determinación de ingresar en un convento, a pesar de la rotunda oposición de su padre (quien, viudo tempranamente, había contraído segundas nupcias) y su madrastra, que tenían concertado su matrimonio con un joven. Sin embargo, de poco sirvieron los intentos de los progenitores por apartarla de su vocación. La leyenda dice que llegó a desfigurarse el rostro y cortar sus cabellos con el fin de verse rechazada por su prometido.
En 1598 se retiró como penitente a la ermita de santa Bárbara de la capital del reino. Allí fue ayudada por fray Juan Bautista del Santísimo Sacramento, religioso mercedario y reformador de la Orden, quien fue su director espiritual hasta su muerte, y por otras personas piadosas. Puso su morada en una pequeña casa, vecina al convento de los mercedarios descalzos, donde pasó varios años dedicada a la oración y la penitencia, así como al servicio a los pobres y necesitados del la ciudad. En 1613 fue recibida en la Orden de la Merced, dado el hábito de terciaria, por impuesto de fray Felipe Guimerán, Maestro General de la Orden, quien al año siguiente, el 20 de mayo de 1614, le recibió la profesión.1
La fama de sus virtudes y de las apariciones sobrenaturales y milagros que la acompañaban se extendió rápidamente por Madrid. Sus superiores le ordenaron que escribiera acerca de estas experiencias. En estos escritos, Mariana narra, entre otras cosas, las visiones que tuvo de Jesucristo y la Virgen María y sus éxtasis místicos.
Su muerte se produjo el 17 de abril de 1624 en el convento mercedario de santa Bárbara de la capital madrileña, a consecuencia de una afección pulmonar. Tenía 59 años.

Fama póstuma

Si ya en vida María Ana había alcanzado gran renombre por su piedad y los prodigios de todo género que se atribuían a su persona, después de su muerte el mismo no hizo sino aumentar. Incluye entre ellos la caída de lluvia en Madrid, en épocas de fuerte sequía, como la que asoló a las dos Castillas en 1613. Su cadáver fue expuesto al público durante dos días en medio de una gran concurrencia. El artista Vicente Carducho hizo varias máscaras mortuorias de la difunta. ​ El mismo año del fallecimiento se inició el proceso canónico de la beatificación, alentado por el pueblo, la nobleza y el mismo rey Felipe IV, gran devoto suyo.
El 31 de agosto de 1627 se abrió su sepultura, y ante el asombro general, supuestamente se encontró que el cuerpo estaba intacto, con la carne fresca y los miembros flexibles, y exhalando una agradable fragancia. De acuerdo a la leyenda, solamente el rostro se encontraba un tanto desfigurado debido a las manipulaciones que se habían hecho para obtener la mascarilla mortuoria. Este hecho inexplicable se habría verificado las sucesivas veces que se inspeccionaron los restos mortales, en 1731, 1924 y 1965.
El 18 de enero de 1783 fue declarada beata por el papa Pío VI. Era tal el fervor que la figura de Mariana despertaba entre el pueblo, que el Ayuntamiento de Madrid la declaró copatrona de la ciudad, junto a san Isidro Labrador.​
El cuerpo está incorrupto, pero el rostro tiene defectos que le quedaron al hacerle la mascarilla con plomo fundido. Ahora se está preparando una mascarilla de cera.
En el interior de la iglesia, destaca el retablo mayor, con un gran cuadro del pintor Juan de Toledo representando a María Inmaculada acompañada de la Trinidad, con coros de ángeles y figuras alegóricas, destacando las que representan a la castidad y el voto mercedario. Se trata de una abigarrada composición, llena de movimiento y energía, muy característica del barroco cortesano del siglo XVII, y valiosa además por ser una de las escasísimas obras que se conservan de este artista. Del mismo autor son los lienzos de San Pedro Nolasco y San Antonio de Padua que ocupan el banco del retablo, así como los del altar colateral izquierdo, dedicado al fundador de la orden, san Pedro Nolasco.
El Altar lateral donde reposa el cuerpo de la Beata. La urna es un regalo de la Casa de Medina Sidonia.
Está iniciado el proceso de canonización. Y hay un espectacular milagro como prueba.
Es la curación de una niña de cinco años, Mireia, con un tumor de Wilms con metástasis en los pulmones, un cáncer en estadio IV, hace 19 años. Después de haberle extirpado el riñón y comenzado la radioterapia, la niña atravesó un «proceso infeccioso complicado».
«El padre Urrutia, gran devoto de la Beata Mariana, ya fallecido, le dio la primera comunión y la confirmación», tras lo cual, esa misma noche, Mireia fue llevada ante el altar de la Beata Mariana. Curros, quien estaba presente, ha recordado que se quedó «muy impresionada» por el estado de la niña, «una niña que moría». Por su parte, los padres rezaron y se marcharon con novenas y estampas. Al poco tiempo, la familia de Mireia avisó a Curros de que estaba curada y de que su mejoría había empezado al salir de la iglesia de las MM. Mercedarias de don Juan de Alarcón.

En el altar lateral derecho está la Virgen de la Merced junto a los fundadores de la Orden, San Pedro Nolasco y Santa María de Cervelló.
Arriba, triunfante y combativo, el Apóstol Santiago, el Matamoros, Patrono de las Españas.
De la construcción del edificio se sabe que en 1656 se terminó la iglesia y que en 1671 se reformó el conjunto por parte del arquitecto Gaspar de la Peña.
La iglesia es un buen ejemplo de arquitectura barroca madrileña del siglo XVII. La fachada principal, que recae a la calle de la Puebla, sigue el modelo creado por Juan Gómez de Mora en el también madrileño Real Monasterio de la Encarnación, aunque simplificando la composición y sustituyendo la piedra por el más económico ladrillo. Hacia la calle de Valverde se abre una sencilla fachada decorada con una imagen de la titular del convento y motivos heráldic

La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales es una ilustre vecina, en un edificio que antes ocupó la Real Academia de la Lengua Española.
El sábado 21 la imagen de la Beata fue sacada en procesión desde el otro convento mercedario femenino del barrio, el de la Calle Góngora, hasta este de Don Juan de Alarcón.

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