El Papa Francisco rezó el Ángelus en latín este domingo 9 de Junio. A continuación, habló sobre el Corazón de Jesús de la siguiente manera:
¡Queridos hermanos y hermanas! El mes de junio es
dedicando tradicionalmente al Sagrado Corazón de Jesús, la máxima
expresión humana del amor divino. Justamente el viernes pasado hemos
celebrado la solemnidad del Corazón de Cristo y esta fiesta le imprime
el tono a todo el mes. La piedad popular valoriza mucho los símbolos, y
el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de
Dios. Pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que
represente el centro, la fuente de la cual brotó la salvación para toda
la humanidad”.
En los evangelios encontramos diversas referencias
al Corazón de Jesús, por ejemplo el pasaje en el que Cristo mismo
dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansado y opresos, y yo les
daré reposo. Carguen con mi yugo y aprendan de mí que soy manso y
humilde de corazón” (Mt 11,28-29).
Fundamental es la narración de
Juan sobre la muerte de Cristo. Este evangelista de hecho da
testimonio de lo que vio en el Calvario. O sea que un soldado, cuando
Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de esa
herida fluyeron sangre y agua (Cfr. Gv 19,33-34). Juan reconoce
en este hecho, aparentemente casual, el inicio de las profecías: del
corazón de Jesús, como un cordero inmolado en la cruz, viene para todos
los hombres el perdón y la vida.
Pero la misericordia de Jesús no
es solamente un sentimiento, es mucho más. ¡Es una fuerza que da vida,
que resucita al hombre!. Lo dice también el evangelio de hoy, en el
episodio de la viuda de Nain (Lc 7,11-17).Jesús con sus
discípulos está llegando justamente a Nain, un pueblo de Galilea, en el
momento mismo en que se está realizando un funeral: cargan a un joven
para enterrarlo, hijo único de una mujer viuda. La mirada de Jesús se
fija en seguida sobre la madre en lágrimas.
Dice el evangelista
Luca: “Al verla el Señor fue tomado de gran compasión por ella” (v.13).
Esta “compasión es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o
sea la actitud de Dios hacia la miseria humana, hacia nuestra
indigencia, en el sufrimiento, en la angustia. El término bíblico
“compasión” llama a las vísceras maternas: la madre de hecho, tiene una
reacción particular delante del dolor de los hijos. Así nos ama Dios,
dice la escritura.
¿Y cuál es el fruto de este amor? ¡Es la vida!
Jesús le dijo a la viuda de Nain: “¡No llores!”, y entonces llamó al
joven muerto y lo despertó como de un sueño(cfr vv. 13-15).
La
misericordia de Dios le da la vida al hombre, lo resucita de la muerte.
El Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con
misericordia. ¡No tengamos temor de acercarnos a Él! ¡Hay un corazón
misericordioso! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros
pecados, ¡Él siempre nos perdona. Es pura misericordia!
Dirijamonos
a la Virgen María: su corazón inmaculado, su corazón de madre ha
compartido al máximo la 'compasión' de Dios, especialmente en la hora
de la pasión y muerte de Jesús. Nos ayude María a ser mansos, humildes y
misericordiosos con nuestros hermanos.
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