Ya en la cima, en torno a la Cruz se improvisa un altar y los fieles se congregan en su torno para oír la Santa Misa.
Santa Misa que fue celebrada por el Padre Manuel Martínez Cano, de los Misioneros de Cristo Rey, mientras otros atendían confesiones. Mosén Martínez Cano advirtió a los jóvenes contra la tentación de las relaciones sexuales sin matrimonio, que son pecado mortal y causa de condenación de muchos. No se conoce a ningún santo ni Papa que haya dicho que todo el mundo se salva. Por el contrario, el infierno es una realidad en la que muchos caen precisamente por no creer en su existencia, que Dios nos ha revelado. Es necesario vivir estas verdades y difundirlas, justamente ahora en que ha comenzado el Año de la Fe, promulgado por Su Santidad Benedicto XVI.
Es muy notable la asistencia de jóvenes y niños a estas romerías cristianas.
La Consagración resulta impactante, con el astro rey brillando en todo su esplendor y con un silencio absoluto.
Resulta muy edificante observar a la gente hincando las rodillas en el áspero suelo.
Mientras las cabezas se doblan ante la majestuosa exposición del Sagrado Cáliz que contiene la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, derramada por nuestros pecados.
También la Sagrada Comunión fue recibida de rodillas y en la boca por muchos.
Y la acción de gracias, también de rodillas.
Luego, un animado ágape donde todos traen de lo suyo y comparten con los demás. Después, canciones, poesías, dichos y actuaciones en la sobremesa.
Otro convento de monjas ha prestado sus rústicos terrenos para poder celebrar estos momentos postreros de la peregrinación, tras los cuales se van despidiendo los romeros hasta otra ocasión en la que el Señor nos reuna.
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