El cuerpo incorrupto de San Isidro, el labrador patrón de Madrid y de los agricultores, ha sido expuesto en el templo donde yace y recibe culto en una urna cerrada habitualmente. Tal acontecimiento no había ocurrido desde 1985, por lo que numerosos fieles han acudido a venerarlo y contemplar ese milagro de un cuerpo intacto después de 850 años, pues murió en 1172. Se cumplen también 400 años de la fecha de su canonización por Gregorio XVI en 1622, razón por la cual el Papa Francisco ha concedido un año jubilar que durará hasta el 15 de mayo de 2023.
Largas colas se forman a diario, dentro y fuera del templo, para poder estar un momento ante el cuerpo yacente del santo. Este magnífico templo, Colegiata fue Catedral en funciones de Madrid desde que fue erigida Diócesis hasta que se inauguró la Catedral de la Almudena. Fue reconstruido en la posguerra, ya que los rojos la incendiaron, como hicieron con casi todas las iglesias de Madrid. El cuerpo del santo se salvó porque fue escondido. Si no, hubiera corrido la misma suerte que otros como el de San Pascual Bailón en Villarreal de los Infantes, que fue quemado a pesar de estar también incorrupto. Los enemigos de la Iglesia, que quieren destruirla, destruyen también las pruebas de su divinidad, como son los milagros, para combatir la Fe.
Entre las muchas joyas artísticas que guarda el templo, reconstruidas en la posguerra, está esta imagen del Sagrado Corazón de Jesús posando su pie sobre España, una de las más bellas que existen.
Contigua a la Colegiata está el Instituto San Isidro, que todavía guarda un magnífico escudo de España con el águila de San Juan. Fue la Casa de la Compañía de Jesús, incautada por el ignominioso decreto de Carlos III y que fue reocupada con Fernando VII, sucediendo en ella una de las matanzas de frailes de 1834, cuando la Desamortización y el comienzo de las guerras carlistas.
Total, una lucha dinástica por los derechos de Carlos María Isidro o por los de su sobrina, la Infanta Isabel, hija de Fernando VII. Pero ninguno de los dos era hijo de Carlos IV, como ningún otro hijo ni hija, según confesó María Luisa de Borbón-Parma. Claro que la lucha escondía un motivo ideológico, el antagonismo irreductible entre el liberalismo que apoyó a la niña Reina y el tradicionalismo que lo hizo con Carlos V, que dio nombre a la dinastía carlista.
La nota está firmada en 1827 por el confesor de la Reina María Luisa de Borbón-Parma, que se lo habría dicho a él poco antes de morir ella en 1819.
Volviendo al motivo de esta crónica, la peregrinación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, formada por un numeroso grupo de fieles de todas las edades y acompañada por 4 sacerdotes, todos con sotana, rezó el Santo Rosario en la nave principal del templo, con permiso previo del Párroco.Después se hizo una breve visita al camerín de la Inmaculada, donde se exponía el santo cuerpo del Patrono de Madrid, para rezar las oraciones a San Isidro y cantar la Salve Regina a la Virgen María.
La peregrinación terminó con la Bendición sacerdotal del Padre José María Mestre.
Algunos aprovecharon luego para visitar las castizas Cavas y celebrar el evento. Aquí, rememorando a los Tercios Viejos.
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