Misa de San José en la
Parroquia de Santa Cristina, del madrileño Paseo de Extremadura, en la conocida como
Puerta del Ángel.Erigida donde estuvo una emita dedicada al Ángel de la Guarda, desaparecida en 1783 y creada en 1606 por el gremio de porteros con una imagen que se salvó del incendio de la muralla en 1582. Aquí estuvo emplazada una de las puertas de acceso a Madrid por la Casa de Campo.
La actual iglesia se creó por impulso de la Reina Regente, María Cristina de Hagsburgo, y por eso lleva el patronazgo de Santa Cristina. Primero se fundó un colegio asilo para niños pobres y luego una capilla, la actual iglesia. Se le encargó al arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, que hizo otras numerosas y afamadas obras en Madrid como la iglesia de San Matías de Hortaleza, la primera; el edificio de la Bolsa, la reja de la Plaza de la Armería del Palacio Real, la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles de Bravo Murillo y el monumento a los muertos del atentado contra Alfonso XIII en la calle Mayor. En Valladolid hizo el Ayuntamiento y en Alba de Tormes comenzó la inacabada Basílica de Santa Teresa de Jesús. Fue terminada e inaugurada en 1906.
Celebra Don Jesús, que colabora con la Parroquia, que tiene Párroco y coadjutor jóvenes, aportando experiencia, veteranía y virtud. Usa mascarilla durante toda la ceremonia y el gel hidroalcohólico antes de la Consagración y de la Comunión.
El primer lector es tan joven que apenas se le ve tras el ambón, pero lo hace perfectamente, con buena dicción y sin titubeos.
Don Jesús predica sobre la figura de San José y la figura del padre, que parece estar en crisis en estos tiempos. Pero como es el día del Seminario, luego toma la palabra Daniel, joven seminarista criado en esta Parroquia, que explica su proceso de discernimiento y su vocación de sacerdote. Se ha ido abriendo su camino para poder seguir a Dios por encima de todo. A sus padres, que se resistían, les dijo: "¿No me bautizasteis? Pues desde entonces pertenezco enteramente a Dios".
Una Hostia enorme para la Consagración. Sí, se ve mejor, aunque no termino de entender por qué ese color más tostado, cuando siempre hemos alabado la blancura de la harina de trigo sin levadura ni ese tamaño tan grande, que obliga a partir luego en varios trozos, con el consiguiente riesgo de que salgan esparcidas las partículas que saltan en esa operación.
Y es una Iglesia muy tradicional, con comulgatorio para poder recibir al Señor de rodillas y en la boca, para lo que no hay ninguna pega.
Cantos de entrada, comunión y a la Virgen al final, pero grabados.
Y patriotas, con la bandera de España y crespón negro, suponemos con fundamento que por la pandemia.
El templo tiene una sola y espaciosa nave, con altares e imágenes en los laterales.
La Virgen Desatanudos, la que nos resuelve los problemas, tiene mucho predicamento en esta iglesia y hasta fuera de él.
El Altar Mayor resulta espléndido, con el magnífico Crucificado cubierto por el baldaquino y el Sagrario detrás. Las pinturas que llenan el ábside son de posguerra, ya que la iglesia, convertida en cheka por los rojos y en posición avanzada desde sus altos, sufrió los consabidos destrozos de 1936. Representan la vida de Santa Cristina y la apoteosis de la Iglesia y las pintó Miguel Carrión en 1959.
Así se veía por entonces la iglesia de Santa Cristina, ya parroquia desde 1941, pues antes era dependiente de la Parroquia de la Almudena.
Esta capilla que preside la Virgen Milagrosa abunda especialmente en el gusto por el arabesco tipo Alhambra que predomina en el estilo arquitectónico de este templo, con un eclecticismo donde predomina el neomudéjar, junto a elementos neogóticos y neoclásicos. Como el artesonado de la techumbre.
Imágenes y estandartes dan cuenta de una piedad y una devoción acrisoladas durante muchos decenios.
La combinación de mudéjar y gótico es constante, resultando de gran belleza plástica la mezcla de la ojiva con la herradura.
Cabe la iglesia, se sitúa desde finales de los años 90 del siglo XX una estatua de Beatriz Galindo, "La Latina", que da nombre al distrito. Insigne gramática e ilustre humanista que dedicó una gran parte de su
vida a la docencia, siendo profesora de latín de Isabel la Católica y
consejera real, muestra evidente de que las mujeres han podido superar muchas limitaciones en la civilización cristiana y ser reinas, consejeras o abadesas.
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