jueves, 11 de abril de 2013

El Padre Llanos confesó y dio la comunión a La Pasionaria antes de morir




Pedro Miguel Lamet publica la biografía sobre el padre Llanos

"Azúl y rojo: biografía del jesuita que militó en las dos Españas y eligió el suburbio" (La Esfera), a la venta el martes

Pedro Miguel Lamet: "El Padre Llanos confesó y dio la comunión a la Pasionaria, que murió católica"

"Era un hombre inclasificable, de carácter difícil, pero heroico, creador, líder y de una fe muy profunda"


Era un posconciliar antes del Concilio, un outsider, un profeta para su tiempo, con un corazón universal, ciudadano del mundo y pionero en muchas cosas


El jesuita padre José María Llanos (1906-1992), conocido como el "cura del Pozo del Tío Raimundo" y considerado un auténtico mito tanto del nacionalacatolicismo de Franco como de la transición española, confesó y dio la comunión a Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que murió católica. La presidenta del PCE, que enardecía a las masas y confesaba su ateísmo durante la guerra civil, cantaba al final himnos religiosos con el padre Llanos y compartía su fe en piadosas cartas dirigidas al sacerdote. Lo cuenta Pedro Miguel Lamet en Azul y rojo, (biografía del jesuita que militó en las dos Españas y eligió el suburbio), una obra de 730 páginas y cerca de mil notas, que revela documentación inédita sobre el "cura rojo" y acaba de publicar La Esfera de los Libros.
-Poesía, novela, ensayo, biografías, ¿cuántos libros ya?
-Casi cuarenta. Este hace el treinta y nueve de una larga trayectoria.
-¿Por qué el padre Llanos ahora, después de veintiún años de su muerte?
- Era mi amigo, aunque nunca me había atrevido a escribir su biografía por su complejidad y los tópicos de que se vio rodeado. Le conocí en los años sesenta cuando el Pozo era un barrizal y yo, estudiante de filosofía, iba desde Alcalá todas las semanas allí a dar catequesis. Era un hombre inclasificable, de carácter difícil, pero heroico, creador, líder y de una fe muy profunda.
-¿No existen ya un par de biografías de Llanos? ¿Por qué otra?
-Las que existen, escritas a raíz de su muerte, carecen de aparato crítico y por tanto no pudieron, como es lógico, bucear en sus archivos más íntimos. Llanos lo guardaba todo: cartas, poemas, fotos, diarios personales y miles de artículos y conferencias. Conservaba hasta las estampas, sus carnets de Ciudadano del Mundo, del PC, Comisiones Obreras y hasta su brazalete falangista de su época de capellán del Frente de Juventudes. Claro, eso es una riqueza que permite conocer íntimamente a un personaje y desmitificarlo de tópicos.
-¿Y qué ha descubierto?
-En primer lugar que el radicalismo de Llanos data de su juventud. De padre militar y familia católica, y nacido en la calle Serrano de Madrid, cuando estudiaba Química se peleó con José Antonio Primo de Rivera, y cuando se hizo jesuita hizo voto de perfección, luchando con un permanente dolor de estómago que le duró toda su vida. Vivió la expulsión de los jesuitas en el destierro de Bélgica y la guerra desde Portugal, cuando en España fueron fusilados sus dos hermanos, Félix y Manuel. A este último, el más joven, se lo cargaron después de torearle con su capa madrileña y romperle los dientes con su propio crucifijo.
-Luego se ordena sacerdote en Granada y se convierte en el cura de moda del franquismo.
-Así es. Por sus manos pasaría la juventud más brillante de aquella época, en la Congregación los Luises, el Frente del Juventudes, el SEU, el SUT, cientos de tandas de Ejercicios Espirituales, etc. Hasta Franco le llamó para que le diera los Ejercicios de San Ignacio. Llanos decía que el caudillo era "milagrero" y que le dijo que se le había aparecido Santa Teresa. Pero siempre le respetó. Llanos estaba en una lista de "intocables" para la policía, firmada por Franco.
-Y un hombre así, ¿cómo da el salto al otro extremo, a Comisiones Obreras y el comunismo?
-Fue un proceso paulatino. Cuando se albergaba en castillos históricos con los muchachos de las centurias comenzó a sentir que había otra España empobrecida olvidada a sus espaldas. Entonces experimenta una conversión a los pobres y al mundo del trabajo. Crea los campamentos de universitarios obreros del SUT y empieza a auxiliar a los marginados de Madrid.
-¿Cuándo decide marcharse al suburbio?
-A mitad de su vida al cumplir los cincuenta años. En 1955 escribe una interesante carta al provincial de los jesuitas, hasta ahora inédita que publico íntegra en mi libro. Su primera idea era plantar una chabola, una "casita de Nazaret" en el barrizal del Pozo del Tío Raimundo, sólo para dar testimonio, sin predicar, sino para vivir como ellos. Mas tarde, al darse cuenta de la miseria y de sus muchos conocimientos en el centro de Madrid, sirve de puente con el suburbio y se compromete en el desarrollo del mismo: escuelas, luz, agua, cultura y luego casas, un barrio nuevo... Pero al principio se enfrentaba con la guardia civil cuando los recién llegados construían de noche sus chabolas.
-Pero eso no explica que levantara el puño en el primer mitin del PC y que contribuyera con Marcelino Camacho a la fundación de Comisiones Obreras.
-La razón de fondo es que él quería ser del pueblo "a muerte". Y la gente del Pozo, en su mayoría emigrada y represaliada, era del PCE. Luego va a visitar a Marcelino Camacho en la cárcel y se hace amigo de Carrillo y la Pasionaria. Hay cartas muy íntimas con estos líderes políticos.
-¿Cómo prueba en su libro que la Pasionaria murió católica?
-Llanos visitaba cada quince días a Dolores Ibárruri. Llegaron a intimar y hasta cantar himnos religiosos de su época como "Cantemos al amor de los amores". El jesuita nunca reveló nada sobre la conversión de la Pasionaria que en su juventud había sido católica y después de casada con un ateo en medio de la escasez, se hizo comunista y atea. Pero he encontrado cartas que atestiguan que esta mujer al final de su vida volvió a la fe, aunque resultaba muy fuerte hacer público que el símbolo por antonomasia del comunismo de la Guerra Civil hubiera muerto católica, por lo que ese episodio debía quedar en el fuero interno del sacerdote amigo. Él guardaría siempre ese íntimo secreto. Pero hay una carta que he descubierto en sus archivos, fechada el día de Reyes de 1989, donde Dolores, después de decirle que sabe que pide por ella "al partir del Pan (la misa)", añade: "A ver si los "viejitos" que somos convertimos lo que nos resta de vida en un canto de alabanza y acción de gracias al Dios-amor, como ensayo de nuestro eterno quehacer". Publico en mi libro además dos hermosos poemas de Llanos dedicados a la Pasionaria y el testimonio de una amiga que corrobora que Llanos la confesó y le dio la comunión.
- El padre Llanos ¿no se arrepentía de sus arriesgados gestos?
-El padre Llanos se arrepentía de todo. No he conocido un hombre más crítico consigo mismo hasta la depresión. Pero tampoco con mayor personalidad, fe y coherencia interna. Al final de su vida, retirado en la residencia de ancianos jesuitas de Alcalá, confiesa a un periodista local que, como sacerdote, se arrepiente de lo del puño en alto, pero no de ser comunista pues debía compartir todo con aquel pueblo. Y declara que su pasión de siempre, lo que le motivaba de fondo toda su vida, era su amor a Jesucristo.
- Como escritor, ¿qué destacaría de su obra?
-Vivía atado a su Olivetti y envuelto en una manta. Escribió más de cuatro mil artículos y docenas de libros. Era un posconciliar antes del Concilio, un outsider, un profeta para su tiempo, con un corazón universal, ciudadano del mundo y pionero en muchas cosas. Dio credibilidad a la Iglesia en la transición, junto a Díez-Alegría y otros, demostrando que el Evangelio no es patrimonio de un único partido político.
- Y sus superiores de la Compañía, la jerarquía de la Iglesia, ¿cómo le permitieron todo eso?
-Porque mascaba el barro, vivía pobremente, nunca se tomaba vacaciones. Le apreciaban los de izquierdas y los de derechas, desde Solana a Fraga, de Álvarez del Manzano a Carrillo, de Franco a Tierno Galván.
-¿Nunca hubo una mujer en su vida?
-Era desde muy joven, como buen poeta, muy sensible a los encantos femeninos. Tuvo novias muy inocentes antes de hacerse jesuita. Escribía versos casi a a diario, algunos a mujeres, pero él mismo confiesa que nunca había "besado de verdad". Al final tuvo un amor platónico muy intenso a Carmen Díez-Rivera, la llamada "musa de la transición", que también era una marginada por la vida y la enfermedad. Pero no pasó de escribirle cartas y poemas. Como es muy curiosa la admiración y amistad que le profesaba el anticlerical Francisco Umbral. Los tres se autodenominaban "la trilateral".
-Si tuviera que definir José María de Llanos en una sola frase, ¿cual sería?
-Llanos es indefinible e inabarcable por su compleja personalidad e inagotable actividad. Nunca me ha costado más, por esta razón, escribir una biografía, y he escrito más de una docena. Elegiría la definición que a raíz de su muerte publiqué en Diario 16: "Fue ante todo un poeta, un soñador que escribió, con hechos de vida, su mejor poema, desde su consciente debilidad".
-¿En su opinión qué significado tiene la figura de Llanos en el momento presente?
-En un mundo azotado por la crisis, la corrupción y la obsesión económica, Llanos representa que la fe es inseparable de la lucha por la justicia y que hay valores desprestigiados por el actual neoliberalismo dominante, como son la solidaridad, el amor y la esperanza que dan pleno sentido a la vida humana.

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